Adentrarse en el habitáculo del Barchetta es, aparte de un ejercicio de contorsionismo, un viaje al pasado. Te sientes como Michael J.Fox en 'Regreso al futuro', todo a tu alrededor parece antiguo, tosco y poco ergonómico, pero hay detalles que delatan su pertenencia a una época más moderna. Éste es el caso de los elevalunas eléctricos, el radio-CD, el aire acondicionado, los retrovisores eléctricos y un grabado en el salpicadero que reza: 'airbag'.
Dado el diseño interior, los ruidos aerodinámicos y el notable sonido del motor, si no fuese por esos detalles comentados podríamos pensar que estamos a los mandos de un Alfa Spider de los '70 o un Seat 850 Sprint.
Pequeño, muy pequeño
El habitáculo resulta muy angosto, tanto por largo como por ancho. Si mides 1,85 o más la cabeza te toca con la capota, si te encorvas un poco para evitarlo al coger baches te golpeas con una de las barras del techo y si viajas a techo descubierto puedes llegar hasta con mosquitos aplastados en la frente.
El hombro izquierdo toca con la puerta y como mejor se conduce es al estilo 600, con la ventanilla bajada y el brazo por fuera, es más como la puerta es muy delgada y la cintura es alta, parece que llevamos una carpeta bajo el brazo.
El asiento carece de regulación en altura y al echarlo para atrás rápido tocamos con el final del recorrido. Los pedales están situados como en los coches de carreras, en vertical para accionarlos desde una postura muy baja y con las piernas estiradas.
El problema es que las piernas van bastante encogidas, por lo que debemos colocar el talón casi bajo el embrague y mantener girado el pie hacia la derecha para accionar el acelerador y el freno. Pero la cosa se complica aún más cuando nos percatamos de lo cerca que están los pedales entre sí, lo que dificulta un puntito más las maniobras.
Más civilizado de lo esperado
Pero un amante de la conducción y seguidor de los clásicos sabe perdonar todos esos detalles y saborear las sensaciones que te ofrece este Fiat. Al girar la llave de contacto el 1.8 y sus 16 válvulas acaparan todo el protagonismo, su sonido invade el habitáculo, tanto es así, como que circulando por carretera cuesta mantener una conversación.
Este propulsor desarrolla 130 CV a 6.300 rpm y un par máximo de 158 Nm a 4.300 rpm. Se muestra alegre en la zona media y baja del cuentavueltas moviendo con soltura los 1.060 Kg en vacío del Barchetta, pero le falta pegada en alta. A partir de 4.500 vueltas el sonido del motor cambia, se hace poco agradable y no empuja con tanta fuerza.
El cambio es manual de cinco velocidades bastante cortas, con una palanca de reducido tamaño y un accionamiento rápido, directo y preciso que hará las delicias de su propietario. Incluso acepta de buen agrado los cambios de marcha sin embrague en maniobras puntuales.
El consumo combinado anunciado por la marca es de 9,9 litros a los cien. Nos ha salido algo bebedor para lo poco que pesa.
Un juguete de niño grande
El Barchetta se disfruta plenamente en dos momentos concretos, uno es paseando con la capota abierta y el otro en carreteras de montaña. En el uso diario en ciudad nos encontraremos con una escasa visibilidad, un maletero de 165 litros, un tacto tosco y una amortiguación muy seca cuando pasamos uno de los muchos baches que podemos encontrar por las calles.
En carretera a partir de 120 empieza el murmullo del viento que golpea contra el techo de lona y se mete por las uniones. A partir de 150 y unido al sonido del motor, pasa a ser un verdadero sufrimiento.
Eso sí, si nos adentramos en carreteras de curvas medias y lentas, podemos disfrutar como niños. La postura muy baja, el escaso peso, la situación retrasada, la amortiguación seca y la dirección rapidísima que hay que sujetar firmemente con las dos manos, nos hacen sentir como si estuviésemos a los mandos de un Kart.
Sorprende la velocidad de paso por curva, se nota el escaso peso y pequeña altura. Además la deceleración es espectacular, te empuja la cabeza hacia el parabrisas y el cinturón te presiona el pecho, lástima que el tacto de freno sea esponjoso y en un uso continuado la fatiga haga mella y el pedal se venga abajo.
Manteniendo el motor en la zona media del cuentavueltas podemos enlazar curvas una tras otra disfrutando de la conducción de este biplaza, utilizando el cambio cuanto más mejor para aumentar las sensaciones y saboreando el placer de ir con 'el trasero' rozando el asfalto y la espalda junto al eje trasero. Un pequeño Ferrari, más económico pero no por ello aburrido.Fuente: Supermotor
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