

Los más puristas de la marca japonesa han defendido siempre que este propulsión trasera no necesitaba de un techo rígido para adaptarlo a los tiempos que corren y que la sustitución de la capota de lona le haría perder su imagen inconfundible y su espíritu roadster. No han pensado así - afortunadamente a mi modo de entender - los responsables de Mazda y han decidido aumentar las versiones de la tercera generación que vio la luz en noviembre del año pasado con un nuevo techo rígido y plegable de apertura eléctrica sólo disponible con el motor 2.0 de 160 cv.
Estéticamente el acierto es rotundo, pero me quedaba probar la utilidad de la capota rígida. Así que con cronómetro en mano me asombro al comprobar que desde que suelto el bloqueo central de la capota y presiono el botón para recogerla hasta que queda totalmente "escondida" el tiempo se para en 12 segundos. Pasada la prueba del tiempo que hay que realizar en parado, vuelvo a cubrir el coche y me lanzó a una autopista para asegurarme que los 8 decibelios que prometen haber reducido del ruido aerodinámico a 120 km/h con esta nueva capota son ciertos. Sólo os puedo decir que sí, es más silencioso. Pero esta prueba era fácil de pasar, me quedaba una más y era asegurarme que la capacidad del maletero no se había reducido. Pues bien, caben los mismos 150 litros que en la versión con capota blanda, aunque me siguen pareciendo pocos.
Si se le puede poner algún pero al Maxda MX-5 Roadster Coupe es su incremento de peso. Los 37 kilos que ha "engordado" con la capota rígida lo hacen menos ágil en curvas reviradas, pero también gana en confort y aplomo.
La única opción con capota rígida será la Sportive 2.0 l de 160 cv por 32.350 euros. Este precio supone un incremento de 1.950 euros respecto al mismo modelo con techo de lona.
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