

Dicen que quien llega el último, golpea dos veces. Y algo así sucede con el nuevo Cadillac CTS-V que, además, cruza el charco por primera vez hasta Europa, pues ya hubo anteriormente otra versión con idéntico nombre que nunca se comercializó en el Viejo Continente. Solo que, de un tiempo a esta parte, Cadillac se ha decidido a poner todas las cartas encima de la mesa –diésel, familiares…- y la baza que juega con este modelo se antoja tan buena que hubiera sido un error reservarla sólo para el mercado local. Aunque sólo sea por una cuestión de imagen.
Porque en sus casi 4,90 metros de largo, esta lujosa berlina hace justicia a la V que identifica a todas las versiones Cadillac de altas prestaciones y que, en este caso, se podrían calificar casi de desmesuradas. A saber: motor de gasolina de ocho cilindros en V, sobrealimentado, con 6,2 litros de cilindrada capaces de entregar 564 caballos de potencia y un par motor de 747 Nm. a sólo 3.800 vueltas. Unos datos que dejan en evidencia a cualquiera de los potenciales rivales con los que competirá, como son el BMW M5, el Mercedes Clase C 63 AMG o el Lexus IS-F.
Además, ninguno es capaz de hacerle sombra en datos como la aceleración –pasa de 0 a 100 km/h en 4,2 segundos- o en la velocidad punta. En el caso del CTS-V, la marca ofrece la posibilidad de escoger –sin sobreprecio- entre un cambio manual o uno automático con levas en el volante, ambos con seis velocidades. Con el primero, se anuncia una velocidad máxima de 308 km/h, por los 282 homologados con la caja automática. En todo caso, cifras que se quedan muy por encima de los 250 (limitados de fábrica) de los dos modelos alemanes o los 270 del japonés.
Corre mucho y se aguanta más
Son las mejores cifras alcanzadas por una berlina animada por un propulsor V8 y para reafirmar que el coche no solo corre, sino que también se aguanta, el pasado mes de mayo consiguió recorrer el trazado antiguo del circuito de Nurburgring en 7 minutos 59 segundos y 32 centésimas. Un tiempo récord, jamás alcanzado por una berlina de serie.
Además de la potencia pura, mucho tiene que ver la puesta a punto del chasis, equipado con la suspensión magnética «Magnetic Ride Control», la suspensión activa más rápida del mundo y que, aunque es autoadaptativa, permite elegir entre dos programas (uno para confort, otro más dinámico). La tracción es posterior y cuenta con un diferencial de deslizamiento limitado. Las llantas de aluminio de 19 pulgadas, sobre las que van montadas ruedas de perfil ultrabajo (255/40 delante y 285/35 detrás) y que esconden unos frenos firmados por Brembo, rematan el conjunto que exteriormente también se distingue por el gran abultamiento que se ha tenido que hacer en el capó; o por las enormes tomas de refrigeración delantera.
Aunque como buena berlina de lujo, porque eso es de lo que se trata en el fondo, tampoco renuncia a nada en el resto de apartados. De modo que el cliente se encontrará, además del habitual equipo de seguridad esperable a este nivel, con asientos delanteros Recaro, calefactables y refrigerables, con ocho variables de ajuste y cuatro posiciones de apoyo lumbar. Asimismo, volante deportivo en piel, alarma antirrobo, monitorización de presión de los neumáticos y pedales deportivos en aluminio. Finalmente, hay que destacar un sistema multimedia que incluye sistema de audio Bosé, disco duro de 40 GB, conexión MP3 y once altavoces, además de un navegador GPS de 8 pulgadas a todo color.
Todo, por un precio de 79.990 euros, al que tampoco se acerca ninguno de los potenciales rivales. En cualquier caso, un dineral que ya se puede gastar a quien le convenza el coche y la crisis le pase de largo, pues el coche ya se encuentra a la venta. La garantía es de tres años o 100.000 kilómetros, lo que antes ocurra.
Fuente: Elmundomotor
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