1/1/09

Opel Corsa GSi



Hace tiempo que no oíamos la denominación GSi en los coches de Opel. Ahora se retoma directamente en el Corsa que, junto con el Kadett en otros tiempos, fue famoso por el estilo deportivo y por ostentar la supremacía en potencia de la gama. Claro que, entonces, ese "techo" de la gama lo ocupa ahora un nuevo inquilino que se llama OPC y que, puestos a querer lo más radical, es más recomendable por sus 192 caballos, aunque también más caro y exigente en conducción. Sí, es verdad, hay otro GSi diésel de 125 CV en la gama, pero no es el caso que nos ocupa. 

Lo que más destacaríamos del GSi que ahora os traemos a estas páginas es su buena relación precio-prestaciones-aspecto, un calibre medio dentro de las armas del Corsa en la gama. 
Es casi un OPC, de hecho hay algunos detalles comunes, como los escapes, aunque mantiene muchas diferencias y alcanza un nivel de aspecto deportivo que nosotros juzgamos muy positivamente. Claro está que con esta potencia ya hay varios rivales al su alrededor, lo que por otro lado no desmerece en absoluto a esta versión, que además está bastante bien equipada y conjuntada, con los detalles interiores y exteriores y la parte inferior del volante del mismo color que la carrocería y a juego con los colores de los asientos y los cinturones de seguridad. 

Una buena máquina
Olvidémonos por un rato de los 192 caballos de potencia del OPC. Los 150 caballos de este GSi están muy bien y no tienen que quedar eclipsados si los valoramos en su justa medida. Vamos a decir incluso que ofrecen su propio carácter y dejan muy buen sabor de boca. 

Este "bloquecito" de cuatro cilindros y poco más de litro y medio de cilindrada se ve muy animado, cómo no, por la presencia de un turbocompresor que le da toda la vidilla que buscamos en un coche de esta impronta. Es un motor ágil en cuanto a subir de vueltas se refiere superada incluso la fase de entrada del turbo, pero quizá lo mejor es que mantiene poderosamente el par durante una banda muy ancha de revoluciones, hasta las 5.000 vueltas, coincidiendo también con el máximo de revoluciones que alcanza la potencia. 

Todo lo anterior permite que al estrujar el motor en busca del empuje, se consiga una muy buena respuesta, que se ve reflejada por ejemplo en las aceleraciones y recuperaciones incluso desde marchas intermedias y altas, y preferiblemente si mantenemos el motor cercano a los dos mil vueltas para tener el turbo girando ya en condiciones. Por eso también pide marchas hacia arriba y las va "devorando" directamente y pidiendo constantemente más. A veces incluso piensas en que le haría falta una séptima velocidad, lo que también es normal en motores pequeñitos de relativamente baja cilindrada que ofrecen muchos caballos, pues éstos suelen estar siempre arriba. Estira mucho más allá de esas 5.000 vueltas, e incluso un poco más de donde comienza en el cuadro la zona roja, todavía unas doscientas revoluciones más, que ofrecen una sensación de poderío a veces apasionante. 

En carretera va lo suficientemente asentado como para disfrutar bien cuando la cosa se pone alegre con una dirección muy rápida y unos frenos con la mordiente necesaria. Para los más atrevidos o con ganas de marcha, sobre el tablero tenemos la posibilidad de desconectar el control de tracción a voluntad. La suspensión ha sido rebajada tanto delante como detrás y, gracias al generoso equipo de ruedas, el aplomo sobre el asfalto garantiza unos niveles básicos. Hay tendencia a mostrar ese subviraje de todos los Corsa y no es posible pasar por alto que también como el OPC, del que habíamos dicho que nos olvidaríamos, ya que el tren delantero tiende también a no contener toda la entrega de potencia-par al suelo en determinados momentos, por ejemplo, cuando pisamos a fondo el acelerador y las ruedas tienen un cierto ángulo de giro. No es nada alarmante pero sí una circunstancia a tener en cuenta en algunos momentos. 

Apoya bien en curva y el tarado de la suspensión es duro, advirtiéndose claramente en los pequeños rebotes en algunos tipos de asfalto o en los baches, aunque se compensa bien con lo que a nosotros nos ha parecido una buscada ligereza del muelle para, incluso, hacerlo cómodo en las reacciones y que no llegue a cansar. El caso es que el Corsa GSi pide a gritos ser la alegría de la huerta en carreteras viradas con reacciones fácilmente controlables, si es que llegan a producirse, a base de actuar con el pie del acelerador y la dirección, pero sobre todo con una notoria vivacidad del chasis y una respuesta del motor siempre llena de impulso. Por eso, también es un coche divertido. 

Vestido para seducir
Por fuera nada tiene que ver con el común de los mortales de la gama Corsa. Su estilo, como hemos mencionado antes, se acerca mucho al de su referente, el OPC. Pero el GSi, aún con pequeños elementos de aquél, ofrece un carácter propio que desde aquí aplaudimos, porque sin llegar a ser el más potente de la gama obtiene un resultado muy vistoso y aparente. Es por ello que, por ese precio, nos parece que está en un punto intermedio-alto realmente conveniente y para un uso menos radical y fácil en todo momento. 

Por fuera nos llaman la atención los paragolpes, las ruedas de 17 pulgadas de serie y los tubos de escape, además de otros detalles que muestran directamente las imágenes. Por dentro el pedalier imita aluminio y los asientos lucen detalles del mismo color que la carrocería, que además conjunta con la parte inferior del volante. Muy acertadamente, creemos, se consigue un ambiente deportivo, suficientemente atractivo para el comprador de este tipo de versiones que, de alguna forma, anima o sugestiona en la conducción de este coche, con materiales bien escogidos aun a sabiendas de que algunos de sus plásticos pueden ser mejorados. 

Por si fuera poco, goza de un equipamiento de serie que también pensamos que está logrado, prescindiendo de elementos como el cuero, que no está presente ni como opción, pero que tampoco quedaría demasiado bien aquí.

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